Una gran nevada

Un grabado en dos planchas. Podríamos imaginarnos una historia. «Una tarde de tormenta, perdidos por el camino que iba hacia el pueblo, encontramos un refugio medio escondido entre los pinos nevados. Su puerta de madera envejecida, nos invitó a entrar hacia el calor de un buen hogar. Al tiempo que pudimos cruzar la puerta, una ráfaga de viento gélido nos hizo perder el pequeño paraguas rojo, ese que me regaló mi madre en uno de mis cumpleaños. Dentro de la pequeña cabaña…….
Y cada uno que se imaginé más , podéis ir poniendo vuestro relato, será divertido

Sígueme en Faceboock Instagram Twitter

2 Comments

  1. goyi

    Responder

    Una tarde de tormenta, perdidos por el camino que iba hacia el pueblo, encontramos un refugio medio escondido entre los pinos nevados. Su puerta de madera envejecida, nos invitó a entrar hacia el calor de un buen hogar. Al tiempo que pudimos cruzar la puerta, una ráfaga de viento gélido nos hizo perder el pequeño paraguas rojo, ese que me regaló mi madre en uno de mis cumpleaños. Dentro de la pequeña cabaña……. todo estaba en perfecto desorden, viejos utensilios regados por el piso, libros empolvados, algunos con olor a humedad aun, mostraban huellas de haber sido removidos y leídos de prisa…Se nos antojó una taza de café, pero no nos atrevíamos a cruzar hacia el otro lado de la cabaña, realmente teníamos miedo de estar siendo escudriñados por alguien, agazapado entre las sombras, esperando el momento oportuno para atacarnos… El corazón me latía a ritmo irregular, no quería transmitir miedo y decidí entrar en aquel oscuro espacio, sentí que algo se movió lentamente, a la par que emitió un sonido doloroso, débil, muy débil; busqué por todos lados, manteniendo la mirada erguida y las manos preparadas para repeler cualquier acción repentina…caminé hacia el fondo, no encontré nada, volví a oír el ruido y esta vez, me pareció que no era humano, seguía sonando débil, muy débil, pero estaba seguro que no era humano, de repente… De repente en un pequeño hueco , comenzó a moverse algo, algo parecido a una niña, desgreñada, sucia y llena de arañazos. Lentamente levantó la cabeza mirándome con unos ojos llenos de luz y un brillo extraordinario, ladeando la cabeza me estaba observando examinando cada uno de mis movimientos, yo no sabía qué hacer, no quería infundirle más miedo, me quedé esperando hasta que ella diera el primer paso…… Su mirada me angustió a lo sumo, puesto que a ratos, tenía algo de reproche, una mezcla de resentimiento inquisidor, que recorría mi cuerpo de pies a cabeza; con un dejo de ternura, que suavizaba sus facciones, aun en ese oscuro rincón de la casa. Trate de hablarle, preguntarle quién era y que hacia allí, sola y desvalida…Mi boca no soltó palabra alguna. Yo, temblaba, sudaba y ella, parecía comprender todo, emitió un sonido gutural y su rostro esbozó una mueca, por sonrisa… Se aproximó lentamente y me tomó de la mano, la sentí fría…pronunció algo que no atiné a entender, pero que asumí como una presentación, o tal vez, una bienvenida a aquel submundo. De repente me mostró algo escrito en la pared y alcance a leer con mucha dificultad, entre tantas letras y palabras mal escritas, un nombre: Isabella… Se llamaba Isabella aquella criatura… Isabella??? que nombre más bonito para una pequeña. Es un nombre que podría ser de una princesa, pero cómo es que ha llegado hasta allí, que le habrá pasado para estar en tal estado de suciedad?, sabrá hablar? Quién es esa pequeña?Todas esas preguntas y más pasaron por mi cabeza. Tendría que ir poco a poco,con suavidad le levanté la cabeza para mirarla directamente a sus ojos y dije…Paola, mi nombre es Paola, Isabella. Ella me miró con tal intensidad que me hizo sentir un ser insignificante, una mota de polvo en la tierra, era como si dentro de esos ojos se reflejaran todas las estrellas del universo. Le pregunté: de dónde vienes Isabella? Ella esbozó una hermosa sonrisa y con su mano delgada señaló al cielo……Si, al cielo, pensé… por un momento creí que me estaba señalando hacia el cielo con su índice, pero no, poco a poco fui descubriendo que a medida que apuntaba hacia arriba, hacia el sucio techo de la casa, giraba su dedo, como desdibujando un remolino en el aire con su dedo, siguiendo un pequeño haz de luz, que se colaba por una hendidura del latón enmohecido y luego retomaba el movimiento de arriba hacia abajo, mientras su mirada se deslizaba rítmicamente sobre mí; Se apartó de mi con tristeza, se arregló el vestido y un lazo descolorido en su cabeza…Pregunté nuevamente quien era, qué hacia allí, desde cuándo estaba allí, cómo fue que llegó allí, a esa casa, cómo fue a dar a ese oscuro lugar de la casa…No hubo respuestas, parecía no entender nada, se acercó nuevamente y volvió a tomar mi mano derecha, esta vez sentí calor “in crescendo”, agobiante y una ola de sudor comenzó a recorrer mi cuerpo. Isabella condujo mi mirada nuevamente hacia arriba y noté que el haz de luz se hacía más grande, comprendí que ya era un nuevo día y que había pasado varias horas allí, desde la tormenta, la tarde anterior… Sentí miedo en ese momento, pues recordé que habíamos llegado juntos los tres… ¿Qué había sido de Matías y el pequeño Osel? ¿Dónde habían ido? ¿Cómo llegué a ese lugar, si no había puerta alguna a la vista?… Enloquecí, me dije con un amargo reproche, enloquecí…La sensación que recorría todo mi ser, era de pánico, no podía entender nada, Isabela, pero quien era esa chica tan misteriosa,Y sobre todo dónde estaban Matías y Osel? Mis hermanos, aún son pequeños para defenderse solos, dónde está la salida?? Le pregunté con ojos desorbitados , por qué me retienes aquí?, sólo queríamos resguardarnos de la tempestad, no queremos molestarte, nos iremos ahora mismo y te dejaremos en tu mundo … al tiempo que seguía hablando noté que las lágrimas rodaban por mí mejilla, entonces caí de rodillas en el suelo de tierra frío y tapandome la cara con mis manos ennegrecidas por el barro, llena de impotencia, le pedí que por favor me llevará con mis hermanos . Entonces escuché la voz más suave que había oído en mi vida, si los ángeles hablaran tendrían ese tipo de voz: no tengas miedo, tus hermanos están bien, aún siguen dormidos, no quise asustarlos, mira arriba, la madera estaba podrida por el paso de los años y la humedad, caiste aquí y debiste de golpearte la cabeza, comenzaste a murmurar cosas sin sentido y al escucharte bajé para ver que ocurría, me he tenido que deslizar en el barro y estoy sucia, pero no voy a hacerte ningún daño, saldremos por ese túnel , siguen por favor… La seguí con mucha curiosidad y a medida que nos internábamos en el túnel me daba cuenta de que quien realmente necesitaba ayuda era yo, No salía de mi asombro, ella no paraba de hablar, realmente no sabía si lo que decía tenía sentido alguno o si esas palabras salían de su boca… Isabella hablaba, con gran fluidez además, decía cosas y me apretaba la mano, como para asegurarse de que la estaba oyendo y buscando complicidad conmigo para que celebrase alguna que otra ocurrencia, lo intuía por su risa… Me confesó que por descuido resbalo cuando entro al túnel y al caer trago algo de barro, por eso no podía articular palabras y de allí los sonidos casi que guturales por miedo a ahogarse con la mezcla de barro en su garganta.
    Me dejé llevar de su mano y realmente disfrutaba oírla hablar con entusiasmo, aunque la acústica de ese largo y oscuro pasillo, no favorecía en nada cualquier intento de entender a mi interlocutora, además, las paredes despedían un olor a humedad y se sentían mohosas, por lo que no le prestaba mucha atención a la niña, tratando de evitar tocarlas para no entrar en pánico y asustarla nuevamente.
    No sé cuánto tiempo caminamos buscando la salida, sentía mis pies completamente empapados y de repente recordé mis nuevos zapatos, si, mis zapatos, antes de salir de casa, decidí estrenar el par de zapatos que me había traído mi padre como regalo de cumpleaños y ahora, estaban completamente arruinados. Le pedí a Isabella que me diera chance de quitármelos para protegerlos y ella, al verlos no pudo contener la risa, pero al ver mi cara de tristeza, pidió disculpas y me dijo que perdiera cuidado, que estaría sana y salva, al lado de mis hermanos y que pronto, tal vez pudiera tener unos nuevos… Le comenté que habían sido un regalo de papá y tomándome ambas manos, repitió que pronto podría tener unos nuevos, me pidió que viera los suyos y hasta ese momento me fijé que ella estaba completamente descalza…Entonces me di cuenta de lo mucho que había perdido esa niña, Isabella, por venir a buscarme. Sus zapatos, su vestido, y casi se ahoga con el barro…No habría un adulto para ayudarnos, porqué no nos vienen a buscar? Empecé a pensar que edad tendría, y llegué a la conclusión que más o menos mi edad, 17 años. Comenzó a explicarme que había ocurrido. A ella también le sorprendió la nevada, y que tras resguarsarse en una cueva, en cuanto amaneció salió para pedir ayuda, y que lo que encontró fue esta cabaña. Cuando entró y vio a dos niños de entre 8-10 años dormidos, supo que algo iba mal, porque no había nadie vigilando y entonces fue cuando escuchó mi voz . Se quitó rápidamente el abrigo y bajó arrastrándose por el barro hasta que por fin consiguió llegar a mí. Sin darme cuenta me fije que al fondo del túnel había luz, estábamos saliendo al exterior, que ganas de abrazar a mis hermanos, con la cantidad de veces que me quejo porque tengo que cuidarlos, ahora estoy deseando verlos….

Leave Comment

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *